En 1997, Steve Jobs regresó a Apple, la misma empresa que había cofundado pero de la que fue forzado a salir en 1985. A su regreso, se encontró con una Apple en la cuerda floja, con su valor desplomado a apenas $3 mil millones, frente a los $148 mil millones de Microsoft. Las acciones habían caído a un mínimo de 12 años. Michael Dell, uno de sus competidores, tenía una recomendación radical: “Ciérrenla y devuelvan el dinero a los accionistas”.
Pero Jobs tenía otros planes. Su primera jugada dejó atónito a Silicon Valley: negoció una inversión de $150 millones con Microsoft, su mayor rival. “Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir”, anunció en la conferencia Macworld en 1997, mientras el público lo abucheaba. Este acuerdo compró tiempo vital para Apple, pero aún quedaba la pregunta: ¿sería suficiente?
Con el problema de flujo de caja resuelto, Jobs se enfocó en el desorden de la línea de productos de Apple, que incluía más de una docena de versiones de Macintosh, impresoras, cámaras digitales y otros dispositivos. Jobs, decepcionado, tomó una pizarra y trazó una matriz de 2×2: su visión era clara y radical. Apple se concentraría solo en cuatro productos centrales: computadoras de escritorio y portátiles para consumidores y profesionales. Esta simplificación impactó, pero sería clave en la filosofía de Apple.
En 1998, Apple lanzó la iMac, una computadora todo-en-uno con un diseño vibrante que contrastaba con las cajas beige de sus competidores. Fue un éxito rotundo, vendiendo 800,000 unidades en solo cinco meses. Apple estaba de vuelta en el juego, pero Jobs apenas comenzaba.
Al regresar, Jobs se dio cuenta de que la marca Apple había perdido frescura en su ausencia. Necesitaba más que buenos productos: necesitaba un grito de guerra. Así nació la campaña “Think Different” en 1997, diseñada para revivir el espíritu de la marca.
Con el cambio de milenio, Jobs fijó su mirada en la industria musical. En 2001, Apple lanzó el iPod, prometiendo “1,000 canciones en tu bolsillo”. Para 2007, había vendido 100 millones de unidades, convirtiéndolo en el reproductor de música digital más exitoso de la historia.
En 2007, Jobs subió al escenario para presentar un producto que cambiaría el mundo: el iPhone.
“Un iPod, un teléfono y un comunicador de internet”, proclamó. “¿Lo entienden? No son tres dispositivos separados. Es uno solo”. La audiencia se quedó sin aliento, y la industria miró con escepticismo. Con su interfaz multi-touch y navegador completo, el iPhone hizo que los BlackBerrys parecieran obsoletos de la noche a la mañana. Apple vendió un millón de unidades en 74 días. Miles de millones seguirían.
El iPhone no solo cambió los teléfonos; nos cambió a nosotros: cómo nos comunicamos, trabajamos, jugamos y entendemos el mundo. Creó la economía de las aplicaciones, revolucionó industrias y consolidó a Apple como líder tecnológico. Jobs no solo predijo la revolución móvil, sino que la impulsó.
Pero Apple no se detuvo. En 2010, Jobs presentó el iPad, creando una nueva categoría de dispositivos. A pesar de las dudas, el iPad se convirtió en el producto de tecnología de adopción más rápida de la historia.
Jobs también reinventó el retail con las Apple Stores, donde los clientes podían interactuar con los productos de una forma sin precedentes. Este enfoque elevó las ventas y la lealtad, convirtiendo a las Apple Stores en las tiendas con mayor ingreso por pie cuadrado en Estados Unidos para 2009.
En otra decisión clave, Jobs eliminó la licencia del sistema operativo de Apple a terceros, un movimiento controvertido que inicialmente afectó los ingresos, pero que cimentó la idea de que el control de hardware y software era esencial para una experiencia de usuario óptima. Esta decisión fue la base del éxito posterior del iPhone, iPad y Mac.
Internamente, Steve Jobs era famoso por su obsesión por los detalles y su capacidad para construir equipos de clase mundial. Trajo a Tim Cook para optimizar las operaciones y trabajó estrechamente con Jony Ive para crear productos tan funcionales como hermosos.
En 1997, cuando Jobs regresó, Apple valía aproximadamente $3 mil millones. Para 2011, al dejar su cargo como CEO, Apple había alcanzado los $350 mil millones. Lamentablemente, Jobs falleció el 5 de octubre de 2011 a los 56 años, poco después de ceder el mando a Tim Cook.
En 2018, bajo el liderazgo de Cook, Apple se convirtió en la primera empresa de EE. UU. en alcanzar un valor de mercado de $1 billón, y para 2024, ese valor se había triplicado a alrededor de $3 billones.
Steve Jobs no solo salvó a Apple; transformó la computación personal, la música digital, el comercio minorista, las tabletas y los teléfonos móviles.
Rediseñó la forma en que interactuamos con el mundo, creando una historia de transformación que inspira a millones.